La decepción de toda persona es el no saber cual es su propósito en la vida. El no saber si aquello que uno ha escogido se convertirá en lo que le dará la felicidad en el futuro próximo. Es difícil tomar decisiones; peor aun es el hecho de saber si aquellas decisiones que ha escogido sean las correctas.
El saber es una cuestión reservada a los sabios o persones que se ocupan de estudiar las ciencias. La certeza de las decisiones cotidianas se reserva a las personas que hacen de sus vidas una completa incertidumbre. Me encuentro de este lado del juego. Así, constantemente me pregunto si ello o aquello que he decidido es o esta en lo correcto. La inseguridad es parte del juego, pero es terrible el pensar que en un juego el jugador es sólo uno, y ese jugador es la inseguridad.
Reinando en las penas de mi ser, la soledad se abraza a la inseguridad y las sombras de la obscuridad confunden las dos personificándose en una sola forma. La capa con la que mi desnuda vida se ha cubierto, difusa en la oscuridad, no me ha dejado descubrirla. Ya sea por la inseguridad de ser descubierto o el temor de hallarse solo.
He visto la gente pasar, pero esto no es lo que más me ha preocupado. He visto el tiempo pasar, y aquello sí es lo que me ha paralizado. No es que tenga temor al tiempo. Por el contario, el tiempo desarrolla la madurez y crea una posición para poder opinar. El tiempo, así, hace al hombre pensar y comparar, conformar una opinión más elaborada de aquello que tiempo atrás en sus entrañas no podían percibir o, peor aun, sentir como tal.
Cómplice de uno mismo, uno inicia a elaborar, cuando la madurez y sinceridad con su propio ser lo permite, nuevas visiones en relación al mundo circundante. Un día uno inicia a ver las cosas, constantemente reviviéndolas, y ellas ya no se sostienen por sí mismas. Pierde el horizonte, o quizá se desvía centrando su mirada en otro objetivo por un segundo, pero aquel segundo significa un gran desgaste de energías.
Cuando de pequeño observaba el mundo, las cosas parecían siempre estar dispuestas en un lugar accesible para que uno las obtuviera. A medida que uno crece, las cosas parecen como si se alejasen; quizá hasta el punto de uno deber esforzarse para alcanzarlas. Durante dicho accionar, uno disfruta el movimiento de tal empresa sin conceptualizar una decepción si dicha encomienda alcanza el culmine no deseado. Terrible, en cambio, es el hecho de ver las posibilidades que uno posee, las potencialidades que a uno le han otorgado o posee, pero no ha formalizado absolutamente nada con ellas.
Uno encuentra a su persona corriendo como un hámster en una gran jaula. La zanahoria delante del asno parece no ser nunca al alcance y continúa ensimismado a querer poseerla; aun si el orquestador no desea que uno lo obtenga.
Necesito ayuda
Parándose uno en las calles de cualquier ciudad, uno ve pasar cientos de personas. Una al lado de las otras, ocupan las aceras de las calles con preocupaciones, temores y, una que otra vez, felicidad encunada. Cada ser posee un mundo creando a sus pasos pequeñas situaciones que conforman submundos. Recuerdo en mi niñez cuan fácil me era el llegar a formar parte de otros submundos. Segado en mi ser, intervenía a cada momento en las historias paralelas de los transeúntes. Formalizaba en sus relaciones y hasta poseía el don de poder juzgar. Eso sí, siempre he juzgado en silencio. Intentaba no dejar que nada me delatara, pero en mis adentros desvanecían en mí ser las fantasías de juventud.
Un pequeño pueblo desarrolló mi juventud. Fui un convaleciente, pero poseía todas mis partes. Fueron mis sentimientos mutilados, y estuve en primera persona observando mientras una y otra vez dicha acción se enhestaba. Fui llamado hereje en mí propia mente, y hui aceptándolo para poder sobrevivir. Crucé los confines y me juré no volver jamás. Esto determinó y deformó mi ser desviando parte de mi vida. Creía que cada uno que hacía un paso era para ir adelante. Que toda acción conllevaba, imperativamente, a una correlación para una realización de gratificación personal. Nadie me había dicho que la vida podía, muchas veces, jugarte una mala pasada.
Sin embargo, uno se convierte, convence y ve que las cosas en la vida van por caminos diferentes. En mi caso, por ejemplo, he tomado un camino. El camino de la insatisfacción ha querido conquistar. Puedo haber pasado uno de los momentos más bellos de mi vida, aun así, he considerado que no sea eternamente posible y, así, me he esforzado en cambiarlo para que así lo sea. He siempre intentado cambiar las cosas. He tratado de llegar a organizar las acciones como mejor me padecía, pero la verdad es que aun así no he llegado al lugar que me hubiera apetecido. Pienso a la vida como uno de los dones más preciosos que una persona puede poseer. Pienso que es verdad que la vida no es igual para todas las personas por igual y como así tampoco creo que las cosas son siempre aquello que parecen ser.
El mundo ha cambiado, o quizá es uno el que ha cambiado. Me hallo en el punto en el cual juzgo mucho las cosas, o quizá las observo para interpretarlas lo mejor posible. Me he encontrado en ciudades que no me han motivado ni dado vibraciones estimulantes y, la verdad, es que muchas veces me hubiese gustado haber podido cambiarlas, pero decidí cambiar las cosas en conjunto con mi vida. Me hubiese gustado haber podido desarrollar las cosas en manera diferente pero no hallaba la manera y posibilidades de poder hacerlo; motivo por el cual cambiaba mi persona. No sabia donde poder reponer mis deseos para obtener un objetivo, dado que me preocupaba por resolver una acción a cada actuar. Uno podía hacer lo que podía pudiendo hacer y agradecer mientras uno hacia lo que retenía sea lo debido.
De alguna manera, me hubiese gustado haber tenido la oportunidad de escoger las oportunidades mejores en vez de tener que hacer lo que podía mientras descubría aquellas que se convertirían en las oportunidades futuras y, poder hacer así, obtener un futuro como uno pensaba podría ser lo que a uno le hubiese gustado.
La verdad es que uno ha hecho lo que ha podido con los recursos a disposición llegando a obtener la posibilidad de atar los cables en modo más elaborados para alcanzar una serenidad de espíritu y gratificación personal. Con lo que uno ha tenido a disposición, ha llegado a conformar una persona que, si bien no es lo que uno esperaba, ha superado ampliamente lo que uno deseaba habiéndose siempre podido basar en el valor, la moral y el respeto individual que ha sufragado desarrollar gracias a las experiencias progresas que han contribuido a ser lo que uno es hoy.
Así, me hallo a agradecer a cada una de las personas que han pasado por mi camino. Sea estas por un ínfimo de segundo o aquellas que se han quedado aun a mi lado. A todos ellos querría reconocerlos por haberme ayudado a constituir quien uno es y permitirme compartir la mejor parte de mí.